Back

¿Quién soy yo para decir nada sobre Dostoyevski? Obviamente, una iletrada, pero llevo tantas lecturas sobre los campos de concentración nazis, con una prosa más dura, la sensación lacerante de que son inocentes los que sufren, que la historia de un presidio ruso pre-Stalin me ha parecido blanda. Los presos nobles no iban a las minas y bebían té; los que sabían desempeñar cualquier trabajo podían comprar pan blanco a las campesinas o incluso carne porque, aunque en teoría no podían poseer dinero,

trabajaban para los pueblos vecinos por las noches; había contrabando de aguardiente y era habitual ver presos borrachos; otro cuenta con tranquilidad que mataba niños... Hay tisis y condenas que matan a golpes a los condenados, pero el autor llega a afirmar que cargar ladrillos al aire libre era agradable porque era un ejercicio que fortalecía los músculos. Tanto lo narrado como la forma de narrarlo resta mucha fuerza a la miseria, a la violencia y a la humillación.