La esperanza, ese muy ligero pero constante impulso hacia el mañana que se nos comunica día tras día, es el mejor agente del mantenimiento del orden.
Se nos informa cotidianamente de problemas contra los que no podemos hacer nada, pero para los que sin duda mañana habrá solución.
Todo el asfixiante sentimiento de impotencia que esta organización social cultiva en cada uno de nosotros hasta donde alcanza la vista no es más que una inmensa pedagogía de la espera.
Es una huida del ahora.
[...]
Pensar en términos distantes siempre es más cómodo. «Al final», las cosas cambiarán; «al final», los seres serán transfigurados.
Mientras tanto, sigamos así, permanezcamos siendo lo que somos. Una mente que piensa en términos de futuro es incapaz de actuar en el presente.
No busca la transformación: la evita.
Ⓐ // Ⓔ
𝕰𝖑 𝕮𝖔𝖒𝖎𝖙é 𝕴𝖓𝖛𝖎𝖘𝖎𝖇𝖑𝖊